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AQUILES

7/7/2019

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Un pie sano se apoya en varios puntos: uno, localizado en el potente hueso del talón (calcáneo), donde se recoge el pe­ so principal  y, otros, en la parte delante­ ra del pie, en el primer y quinto meta­ tarsianos. Pero en los pies deformados, la presión y/o carga, se desplaza a otros puntos, ocasionando dolor y molestias. El tendón de Aquiles sujeta la posición del calcáneo cuando llega al suelo y lo levan­ ta cuando empezamos a caminar, junto con otros músculos. Es muy sensible, pero de gran fortaleza.Soporta peso,car­ ga… pero cuando se abusa de él, -debi­ do al uso de tacones excesivamente ele­ vados o demasiado bajos- o en deportistas -por no estirar adecuadamente y calen­ tar-, reacciona con dolor e inflamación. Y es que, a diferencia de otros tendones, carece de una capa protectora y está más a flor de piel. Este tendón debe su nombre a Aquiles, que era hijo de la diosa marina Tetis y de Peleo, rey de los Mirmidones.  Recién nacido, la madre lo sumergió en las aguas de la laguna Estigia, unas aguas que tenían la virtud de hacerle a uno in­ vulnerable. Sin embargo, al sumergirlo sostuvo al infante por un talón que, al no mojarse, no alcanzó la invulnerabilidad. De forma que este era el único lugar en el que Aquiles podía ser herido. Después de muchas  hazañas, murió durante la Guerra de Troya por obra del legendario París, quien le traspasó el talón con una flecha. Por lo que podemos entender que cuán fuerte, y a la vez sensible, es nuestro tendón de Aquiles, así como lo fue el señor Aquiles. «Cuando se habla de un guerrero, el más valiente y el más fiero, puede en ver­ dad afirmarse sin temor a equivocarse que se está hablando de Aquiles el hom­ bre que mató a miles. Todo el mundo se rendía en un segun­ do. El deshacía los entuertos sembran­ do el campo de muertos. Y nunca tuvo armadura, pero su musculatura tuvo tal gracia y donaire, que lanzaba por los aires a los que usaban coraza. Para él era normal no padecer ningún mal y las fle­ chas y garrotes le dejaban más sanote. Pero,aunque nació ‘intocable’, tenía un punto vulnerable: Pegándole en el talón, Aquiles sufría un montón. Y, como él ya lo sabía, un zapato se ponía. Pero un día un zapatero bizco y pendenciero, puso un clavo en su zapato y aquello fue el arre­ bato. Dijo Aquiles: ¡que desastre, me dejó para el arrastre!». ‘Héroes en zapatillas’.

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